LAS VIVIENDAS DE NUESTROS ABUELOS: RESIDENCIA DE LA SEÑORA LORENZA LOZANO

Sahagún – Córdoba

Barrio Centro

Calle 14 N° 12-57

Esta es la vivienda que pertenece a la señora Lorenza Lozano y a sus hermanos, la cual se encuentra en un barrio muy popular de la ciudad. Las personas que viven en este hogar fueron muy amables al permitirme interactuar un poco con ellos para poder realizar este pequeño trabajo investigativo.

La residencia inicialmente fue construida con materiales como bahareque revestido con materia fecal de vaca, madera y palma. En la actualidad ésta posee cuatro habitaciones, una sala, una ante sala, dos baños, una cocina, un comedor y de un patio.

Cuenta la señora Lorenza que la vivienda tiene aproximadamente 90 años de construida y ella tiene 65 años de habitarla, y han pasado por ella cuatro generaciones.

El primer propietario de la vivienda fue don José Hoyos, después paso a hacer de los hijos, luego de los hijos de sus hijos, después fue comprada por los padres de la señora Lorenza y esta heredada a ella y a sus hermanos.

El precio por el cual fue comprada la vivienda por los padres de la señora Lorenza fue de aproximadamente unos $5.000 de la época.

Desde el tiempo en que la casa fue comprada hasta nuestros días se han gastado unos $10.000.000 en el mantenimiento y mejoras de la vivienda, aunque han sido pocas como por ejemplo el reemplazo del techo (palma amarga por zinc), mejoras de la cocina y baños.

A pesar de los cambios por los que ha pasado la vivienda, ésta mantiene aún vigente la esencia de ser una de las casas más antiguas de nuestra hermosa ciudad.

Debido a toda la información recopilada, he aprendido a cuidar y a querer más a mi ciudad, ya que la experiencia de caminar por las calles de mi ciudad tratando de observarla con unos ojos más críticos para poder realizar este pequeño trabajo investigativo, y digo pequeño porque se queda corto ante la gran belleza arquitectónica que mantiene nuestra ciudad. Por eso es importante tomar conciencia y tener sentido de pertenencia hacia nuestra ciudad, que por cierto todavía la llaman Ciudad Cultural.

Nosotros como hijos de Dios, tenemos el deber de agradecerle no con hipocresías, sino con la mayor sinceridad el privilegio de habitar en una hermosa ciudad, que a pesar del tiempo se mantiene hermosa; pero cuidado hay muchos que lastimosamente han perdido la conciencia y el respeto por las riquezas tangibles que aún hay ella, permitiendo que estas se extingan y no dejen nada para nuestro antecesores.